Los acuarios son una forma maravillosa de disfrutar de la naturaleza en casa. Los peces son animales fascinantes, con una gran variedad de formas, colores y comportamientos. Sin embargo, tener un acuario no es tan sencillo como parece. Los peces son seres vivos que requieren unas condiciones adecuadas para su bienestar y supervivencia. Por eso, es importante seguir una serie de consejos para mantenerlos saludables y felices.
Qué hacer y qué no hacer en el cuidado de los peces: los errores más comunes y cómo evitarlos
Lo primero que hay que hacer es elegir el tipo de acuario que queremos tener. Existen diferentes tipos de acuarios según el tamaño, el material, el diseño y el tipo de agua (dulce o salada).
También hay que tener en cuenta el número y la especie que vamos a alojar, ya que cada uno tiene unas necesidades específicas de espacio, temperatura, iluminación, alimentación y compatibilidad con otros peces.
Una vez que tenemos el acuario, hay que prepararlo para recibir a los peces. Esto implica llenarlo con agua tratada, colocar el filtro, el calentador, el termómetro, el aireador y el sustrato. También hay que decorarlo con plantas, rocas, troncos y otros elementos que creen un ambiente natural y atractivo para los peces.
Es recomendable dejar que el acuario se estabilice durante unas semanas antes de introducir a los peces, para que se forme el ciclo del nitrógeno y se eviten problemas de salud.
El siguiente paso es elegir a los peces que vamos a tener en nuestro acuario. Hay que informarse bien sobre las características y los requerimientos de cada especie, así como sobre su compatibilidad con otras.
No todos los peces pueden convivir en armonía, ya que algunos pueden ser agresivos, territoriales o depredadores. Hay que evitar mezclar peces de diferentes tamaños, formas o hábitos alimenticios. También hay que respetar la capacidad del acuario y no sobrepoblarlo, ya que esto puede provocar estrés, enfermedades y contaminación del agua.
Una vez que tenemos a nuestros peces en el acuario, hay que cuidarlos adecuadamente. Esto implica alimentarlos con la cantidad y la frecuencia adecuadas, según su especie y su tamaño. Hay que evitar darles comida en exceso o de mala calidad, ya que esto puede afectar a su salud y al equilibrio del agua.
También hay que mantener el agua limpia y oxigenada, cambiando una parte del agua cada semana o cada dos semanas, según el tamaño del acuario y el número de peces. Hay que controlar los parámetros del agua, como el pH, la dureza, la temperatura y el nivel de amoniaco, nitritos y nitratos. Para ello, se pueden usar kits de análisis o tiras reactivas. Si se detecta algún problema, hay que corregirlo lo antes posible con productos específicos o cambios parciales del agua.
Por último, hay que observar a nuestros peces con regularidad para comprobar su estado de salud y su comportamiento. Si se observa algún signo de enfermedad, como manchas, heridas, hinchazón, falta de apetito o nado irregular, hay que aislar al pez afectado en un acuario aparte y tratarlo con medicamentos adecuados.
Si se observa algún signo de estrés, como agresividad, timidez o cambios de coloración, hay que revisar las condiciones del acuario y mejorarlas si es necesario.
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