El optimismo es una actitud que nos ayuda a enfrentar las dificultades con confianza, esperanza y positividad. Sin embargo, a veces podemos caer en una actitud pesimista, una forma de pensar que nos hace ver todo lo malo, lo difícil y lo imposible.
El pesimismo no solo nos hace sentir mal, sino que también afecta nuestra salud, nuestras relaciones y nuestro rendimiento. Por eso, es importante aprender a identificar y cambiar los pensamientos que nos vuelven pesimistas.
Según la psicología cognitiva, existen tres tipos de pensamientos que nos predisponen al pesimismo: la sobregeneralización, la personalización y el catastrofismo.
Cómo identificar y cambiar los pensamientos pesimistas que te hacen ver todo negro
Los tres enemigos del optimismo: qué son, cómo detectarlos y cómo vencerlos
La sobregeneralización consiste en sacar conclusiones negativas y pesimistas a partir de un hecho aislado y extenderlas a otras situaciones. Por ejemplo, si suspendemos un examen, pensamos que somos unos fracasados y que nunca aprobaremos nada.
La personalización consiste en atribuirnos la culpa de todo lo malo que nos pasa, sin tener en cuenta otros factores externos o circunstanciales. Por ejemplo, si nuestro jefe nos regaña, pensamos que es porque somos unos inútiles y que nos va a despedir.
El catastrofismo consiste en anticipar las peores consecuencias posibles y pesimistas de una situación, sin tener en cuenta su probabilidad o su grado de gravedad. Por ejemplo, si tenemos un dolor de cabeza, pensamos que tenemos un tumor cerebral y que vamos a morir.
Estos tres tipos de pensamientos nos hacen ver la realidad de forma distorsionada y negativa, lo que nos genera ansiedad, tristeza y desesperanza. Para evitar caer en el pesimismo, es necesario cuestionar estos pensamientos y sustituirlos por otros más racionales, objetivos y positivos.
Para ello, podemos seguir estos pasos:
– Identificar el pensamiento negativo: ¿Qué estoy pensando? ¿Qué me estoy diciendo a mí mismo?
– Analizar el pensamiento negativo: ¿Es cierto? ¿Hay evidencia que lo apoye? ¿Hay evidencia que lo contradiga? ¿Es útil? ¿Me ayuda a resolver el problema o a sentirme mejor?
– Modificar el pensamiento negativo: ¿Qué otro punto de vista puedo tener? ¿Qué otra forma de interpretar la situación hay? ¿Qué aspectos positivos puedo encontrar?
– Reforzar el pensamiento positivo: ¿Qué beneficios tiene pensar así? ¿Cómo me siento al pensar así? ¿Qué acciones puedo tomar al pensar así?
Veamos un ejemplo:
Pensamiento negativo: He suspendido el examen. Soy un fracasado. Nunca aprobaré nada.
Análisis del pensamiento negativo: No es cierto. He suspendido un examen, pero no todos. He aprobado otros antes. No hay evidencia de que sea un fracasado. Hay evidencia de que tengo capacidades y logros. No es útil. Me hace sentir mal y me desmotiva para seguir estudiando.
Modificación del pensamiento negativo: He suspendido el examen. Es una oportunidad para aprender de mis errores y mejorar. Puedo aprobar si estudio más y mejor.
Reforzamiento del pensamiento positivo: Pensar así me hace sentir más confiado y optimista. Me anima a buscar soluciones y a esforzarme más. Me acerca a mi objetivo de aprobar.
Como puedes ver, cambiar los pensamientos que nos vuelven pesimistas por otros más optimistas puede tener un gran impacto en nuestro estado de ánimo, nuestra salud y nuestra calidad de vida. Te invitamos a poner en práctica estos consejos y a disfrutar de los beneficios del optimismo.
Lea también: ¿Es posible cambiar a un hombre mujeriego? Descubre lo que dice la ciencia al respecto
¡Síguenos en Google News, Facebook y Twitter para mantenerte informado con las mejores noticias!
