El agua embotellada es una de las bebidas más consumidas en el mundo, pero también puede ser una de las más contaminadas. Un reciente estudio ha revelado que el agua embotellada contiene miles de nanoplásticos, partículas de plástico tan pequeñas que pueden invadir las células del cuerpo y causar daños potenciales a la salud.
Los investigadores que realizaron este estudio analizaron 18 marcas de agua embotellada de diferentes países y encontraron que un litro de agua contenía un promedio de 240.000 partículas de plástico de siete tipos, de las cuales el 90% fueron identificados como nanoplásticos y el resto como microplásticos.
Los nanoplásticos son fragmentos de polímeros que miden menos de 100 nanómetros, es decir, una milésima parte del ancho promedio de un cabello humano. Los microplásticos son un poco más grandes, pero también muy pequeños para ser vistos a simple vista.
¿Qué riesgos tiene el consumo de nanoplásticos como los del agua en botella?
Los expertos advierten que los nanoplásticos pueden atravesar las barreras biológicas del cuerpo humano, como el tracto digestivo o los pulmones, y llegar al torrente sanguíneo, donde pueden distribuir sustancias químicas sintéticas potencialmente dañinas por todo el organismo e incluso dentro de las células.
Estas sustancias químicas pueden alterar el funcionamiento normal de los órganos y los sistemas, provocando inflamación, estrés oxidativo, daño celular, alteraciones hormonales, cáncer y otras enfermedades.
Aunque todavía no hay evidencia científica concluyente sobre los efectos a largo plazo de la exposición a los nanoplásticos, los investigadores alertan de que se trata de un problema emergente que requiere más estudios y medidas preventivas.
¿Cómo se originan los nanoplásticos?
Los nanoplásticos se originan por la degradación de los plásticos más grandes, como las botellas, las tapas, las etiquetas o los envases, que se rompen en pedazos cada vez más pequeños por la acción del calor, la luz, el oxígeno o el agua.
También pueden provenir de otros productos que contienen plástico, como los cosméticos, los detergentes, los textiles o los juguetes. Estos productos liberan nanoplásticos al medio ambiente cuando se usan o se lavan.
Los nanoplásticos pueden llegar al agua embotellada por varias vías. Una de ellas es el proceso de envasado y transporte, donde las botellas pueden estar expuestas a altas temperaturas o a la fricción con otras superficies. Otra es el almacenamiento prolongado o inadecuado de las botellas, que puede favorecer la liberación de nanoplásticos al agua. Una tercera es la reutilización de las botellas por parte de los consumidores, que puede aumentar la cantidad y la variedad de nanoplásticos presentes en el agua.
¿Cómo podemos evitar el consumo de nanoplásticos?
La mejor forma de evitar el consumo de nanoplásticos es reducir el uso de plásticos desechables y optar por alternativas más sostenibles y saludables. Algunas recomendaciones son:
– Beber agua del grifo en lugar de agua embotellada, siempre que sea segura y potable. El agua del grifo está sometida a controles sanitarios más estrictos que el agua embotellada y tiene menos probabilidades de contener nanoplásticos.
– Usar recipientes reutilizables de vidrio o acero inoxidable para almacenar o transportar el agua u otras bebidas. Estos materiales son más resistentes y no liberan sustancias químicas al líquido.
– Evitar calentar o congelar las botellas de plástico, ya que esto puede acelerar la degradación del material y la formación de nanoplásticos.
– No reutilizar las botellas de plástico desechables, ya que pueden acumular bacterias y nanoplásticos con cada uso.
– Elegir productos cosméticos, detergentes o textiles que no contengan microplásticos o nanopartículas. Leer las etiquetas y buscar sellos ecológicos o certificados de calidad.
– Reciclar los plásticos que no se puedan reutilizar, siguiendo las normas de separación y gestión de residuos. Así se evita que los plásticos lleguen al medio ambiente y se conviertan en nanoplásticos.
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