La caspa es una afección común que afecta al cuero cabelludo y se caracteriza por la presencia de escamas blancas o amarillentas que se desprenden de la piel y se depositan en el cabello, las cejas, la barba o los hombros. La caspa suele ir acompañada de picazón, irritación y enrojecimiento del cuero cabelludo.
Es válido aclarar que esta no es una enfermedad grave ni contagiosa, pero puede ser molesta y afectar a la autoestima y la calidad de vida de las personas que la padecen. Además, puede ser un síntoma de otras afecciones dermatológicas, como la dermatitis seborreica, la psoriasis o el eccema.
La caspa puede tener varias causas, entre las que se encuentran las siguientes:
• Piel irritada y grasosa. Algunas personas tienen una producción excesiva de sebo, que es la sustancia grasa que lubrica la piel y el cabello. El sebo puede acumularse en el cuero cabelludo y favorecer el crecimiento de un hongo llamado malassezia, que se alimenta de los aceites y provoca la inflamación y la descamación de la piel.
• Piel seca. Otras personas tienen una piel muy seca, que se agrieta y se escama con facilidad. La piel seca puede deberse a factores ambientales, como el frío, el viento o el uso de agua muy caliente. También puede estar relacionada con el envejecimiento o con algunas enfermedades, como la diabetes o el hipotiroidismo.
• Sensibilidad a los productos para el cuidado del cabello. Algunas personas pueden tener una reacción alérgica o irritativa a los ingredientes de los champús, acondicionadores, tintes, geles o aerosoles que usan para el cabello. Esta reacción se llama dermatitis de contacto y puede causar picazón, enrojecimiento, inflamación y descamación del cuero cabelludo.
Cómo decirle adiós a la caspa: consejos para cuidar tu cabello y tu cuero cabelludo
Para tratar la caspa, lo primero que se debe hacer es identificar la causa y evitar los factores que la agravan, como el estrés, el rascado o el uso de productos inadecuados. Además, se recomienda mantener una buena higiene capilar, lavando el cabello con frecuencia y enjuagándolo bien.
En la mayoría de los casos, la caspa se puede controlar con el uso de champús anticaspa, que contienen ingredientes que ayudan a eliminar las escamas, a regular la producción de sebo y a combatir el hongo malassezia. Estos ingredientes pueden ser piritiona de zinc, alquitrán de hulla, ácido salicílico, sulfuro de selenio o ketoconazol.
Los champús anticaspa se deben aplicar siguiendo las instrucciones del fabricante, masajeando el cuero cabelludo y dejando actuar el producto durante unos minutos antes de aclararlo. Se pueden usar dos o tres veces por semana, alternando con un champú suave, hasta que la caspa mejore. Luego, se puede reducir la frecuencia de uso para el mantenimiento y la prevención.
Si la caspa es muy severa o no responde al tratamiento con champús anticaspa, se puede recurrir a otros productos, como soluciones, espumas, geles o aceites, que contienen corticoides, que son medicamentos antiinflamatorios que alivian la picazón, la irritación y la descamación del cuero cabelludo. Estos productos se deben usar con precaución y bajo supervisión médica, ya que pueden tener efectos secundarios.
En algunos casos, la caspa puede ser un signo de otras afecciones de la piel, como la dermatitis seborreica, la psoriasis o el eccema, que requieren un diagnóstico y un tratamiento específicos. Por eso, si la caspa persiste, se acompaña de otros síntomas o afecta a otras partes del cuerpo, se debe consultar a un médico o a un dermatólogo, que son los especialistas en enfermedades de la piel.
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