El cardio con el estómago vacío es una práctica que muchas personas realizan con el objetivo de quemar más grasa y perder peso. Sin embargo, ¿es realmente efectiva y saludable esta estrategia? En este artículo te explicamos qué dice la ciencia al respecto y qué precauciones debes tener en cuenta si decides hacerlo.
¿Qué es el cardio con el estómago vacío?
Este tipo de actividad también conocida como entrenamiento en ayunas, consiste en realizar una actividad aeróbica de moderada a alta intensidad sin haber ingerido ningún alimento previamente. Normalmente se hace por la mañana, después de haber pasado varias horas sin comer durante la noche.
La idea detrás de esta práctica es que al tener los niveles de glucosa y de insulina bajos, el organismo se ve obligado a utilizar las reservas de grasa como fuente de energía, lo que favorecería la pérdida de peso y la definición muscular.
Sin embargo, esta hipótesis no está del todo respaldada por la evidencia científica, ya que hay otros factores que influyen en el balance energético y en la composición corporal, como el tipo y la duración del ejercicio, la dieta, el metabolismo basal y el gasto calórico total.
¿Qué beneficios y riesgos tiene el cardio con el estómago vacío?
Algunos estudios han encontrado que el cardio en ayunas puede aumentar la oxidación de las grasas durante el ejercicio, pero no necesariamente se traduce en una mayor pérdida de grasa a largo plazo. Además, esta práctica puede tener algunos efectos negativos, como:
– Disminuir el rendimiento físico, ya que se reduce la disponibilidad de glucógeno muscular, que es el combustible preferido para las actividades de alta intensidad.
– Aumentar el riesgo de lesiones, deshidratación y fatiga, debido a la falta de nutrientes y líquidos antes del ejercicio.
– Favorecer la pérdida de masa muscular, ya que se puede incrementar la degradación de las proteínas musculares para obtener energía.
– Alterar el apetito y la saciedad, lo que puede provocar una mayor ingesta calórica posterior al ejercicio o una mayor sensación de hambre durante el día.
Por lo tanto, esta no es una práctica recomendable para todas las personas ni para todos los objetivos. Si decides hacerlo, debes tener en cuenta algunas precauciones, como:
– Elegir un ejercicio de baja a moderada intensidad y de corta duración (menos de 30 minutos), como caminar, trotar o andar en bicicleta.
– Hidratarte bien antes, durante y después del ejercicio, preferiblemente con agua o bebidas isotónicas.
– Consumir un desayuno equilibrado y rico en proteínas después del ejercicio, para reponer los nutrientes perdidos y favorecer la recuperación muscular.
– Evitar hacerlo si tienes alguna condición médica que pueda afectar tu metabolismo o tu salud cardiovascular, como diabetes, hipoglucemia, hipertensión o problemas cardíacos.
– Consultar con un profesional del deporte o de la nutrición antes de iniciar cualquier programa de entrenamiento.
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