Los ataques de pánico y las crisis de ansiedad son episodios de miedo intenso y angustia que pueden ocurrir de forma repentina y sin una causa aparente. Estos episodios pueden durar desde unos minutos hasta varias horas, y se caracterizan por síntomas físicos y psicológicos como:
– Palpitaciones, taquicardia, dolor en el pecho
– Sudoración, temblores, mareos, náuseas
– Sensación de falta de aire, asfixia o ahogo
– Miedo a morir, a perder el control o a volverse loco
– Desrealización, despersonalización o sensación de irrealidad
Consejos para prevenir y manejar los ataques de pánico y las crisis de ansiedad
Cabe reseñar que estos estados pueden afectar a cualquier persona, independientemente de su edad, sexo o situación personal. Sin embargo, hay algunos factores que pueden aumentar el riesgo de sufrirlos, como:
– Tener antecedentes familiares o personales de trastornos de ansiedad
– Padecer estrés crónico, depresión u otros problemas psicológicos
– Experimentar situaciones traumáticas, conflictivas o estresantes
– Consumir sustancias como cafeína, alcohol, tabaco o drogas
– Tener problemas de salud física como hipertiroidismo, hipoglucemia o arritmias
Los ataques de pánico y las crisis de ansiedad pueden interferir en la calidad de vida de las personas que los padecen, generando miedo a sufrir nuevos episodios, evitación de situaciones o lugares que los desencadenan, aislamiento social o dificultades laborales o académicas.
Cómo afrontar los ataques de pánico y las crisis de ansiedad con terapia psicológica
Por eso, es importante buscar ayuda profesional si se sufren estos episodios con frecuencia o si afectan al funcionamiento diario. Un psicólogo o psiquiatra puede evaluar la situación y ofrecer un tratamiento adecuado, que puede incluir:
– Terapia psicológica: se basa en técnicas cognitivo-conductuales que ayudan a identificar y modificar los pensamientos negativos y las creencias irracionales que generan ansiedad, así como a aprender estrategias de afrontamiento y relajación para manejar los síntomas.
– Medicación: se puede recetar fármacos como antidepresivos o ansiolíticos para reducir la intensidad y la frecuencia de los ataques de pánico y las crisis de ansiedad. Sin embargo, estos medicamentos no curan el problema de fondo y pueden tener efectos secundarios o generar dependencia, por lo que deben usarse bajo supervisión médica y combinarse con la terapia psicológica.
– Estilo de vida saludable: se recomienda adoptar hábitos que favorezcan el bienestar físico y mental, como hacer ejercicio regularmente, seguir una dieta equilibrada, dormir bien, evitar el consumo de sustancias estimulantes o depresoras y practicar actividades placenteras o relajantes.
Es válido mencionar que estos trastornos tienen solución y que se pueden superar con el apoyo adecuado. No hay que avergonzarse ni resignarse a vivir con ellos. Lo más importante es reconocer el problema y pedir ayuda cuanto antes.
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