Después de dos tiroteos y 17 muertos, Serbia se propone reducir el enorme número de armas de fuego en manos privadas. La pasión por las armas es un legado de las guerras de desintegración de Yugoslavia, pero también de la desconfianza en las autoridades y de una cultura que glorifica su posesión como símbolo de poder.
Serbia busca controlar la proliferación de armas de fuego después de trágicos tiroteos
Serbia se enfrenta a una crisis de armas tras dos tiroteos mortales en una semana, que dejaron 17 muertos. La cantidad de armas en manos privadas en Serbia es una de las mayores del mundo, con alrededor de 760,000 armas legales en manos de 400,000 particulares. El gobierno ha anunciado medidas urgentes para limitar el número de armas en manos de particulares, incluyendo una moratoria de dos años a la emisión de licencias de posesión y para portar cualquier arma, así como un aumento en los controles y castigos por la posesión ilegal de armas y explosivos. Durante un mes, hasta el 8 de junio, aquellos que poseen armas ilegales pueden entregarlas sin consecuencias penales.
El legado de la guerra de Yugoslavia es uno de los motivos detrás de la gran cantidad de armas en manos privadas. En manos de particulares hay armas de las guerras mundiales, así como de las guerras balcánicas de 1912 y 1913. Las armas más nuevas y operativas son las de las guerras de la década de 1990, que las autoridades repartían de los almacenes sin ningún registro ni censo. Esto llevó a grandes cantidades de armas en manos de ciudadanos.
Los ciudadanos serbios explican su inclinación a poseer armas como un sentimiento de seguridad y para tener la capacidad para protegerse en caso de riesgo o amenaza, ya sea por inestabilidad política y el temor a nuevos conflictos o por inseguridad personal. La desconfianza en las instituciones también es un factor clave detrás de la cultura de las armas en Serbia.
Desafortunadamente, esto ha llevado a una serie de tragedias, incluyendo los recientes tiroteos en Belgrado y Mladenovac. En ambos casos, las armas utilizadas en los ataques eran propiedad de particulares, lo que ha llevado al gobierno a tomar medidas drásticas para reducir el número de armas en manos privadas.
El objetivo es reducir en un 90% el número de personas que actualmente tienen permiso de armas. Si bien el gobierno ha anunciado medidas rigurosas, algunos expertos creen que no serán suficientes para resolver el problema a largo plazo. La cultura arraigada de las armas en Serbia significa que habrá una gran resistencia a los intentos de “desarmar” a los ciudadanos.
Predrag Petrovic, del Centro Belgradense para la Política de Seguridad, ha explicado que las mayores resistencias y abusos pueden llegar justo de aquellos beneficiados por esa política de impunidad, incluidos grupos criminales con vínculos con estructuras en el poder. Petrovic no espera “resultados espectaculares” de las medidas ni tampoco de la voluntad de los ciudadanos a renunciar a las armas.
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