Hace un año, Francia registraba un total de 100 casos de coronavirus, hoy es el sexto país del mundo con más contagios (3,755 millones) y el séptimo con más fallecimientos (86.454), según las últimas cifras oficiales.
El pasado 1 de marzo de 2020 era domingo y el Museo del Louvre, el mayor del mundo, cerró por esa jornada como medida de precaución.
Solo un día antes, el Gobierno de Francia había prohibido todos los grandes acontecimientos en recintos cerrados con más de 5.000 asistentes y también aquellos en abierto que pudieran congregar a mucha gente procedente de zonas de riesgo.
Ahora, museos, teatros, cines, gimnasios, bares, discotecas y restaurantes siguen cerrados desde finales de octubre, cuando comenzó el segundo confinamiento, que se extendió hasta mediados de diciembre.
Desde entonces, los franceses viven bajo un toque de queda, que en enero se hizo más estricto y comienza a las seis de la tarde, para terminar a las seis de la mañana.
Con la población cada vez más afectada, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, reconoció hoy a un joven, durante a una visita a un centro de formación profesional, que el toque de queda continuará al menos “cuatro a seis semanas más”. “Hay que aguantar”, urgió el presidente.
Longtemps invisible, la précarité menstruelle étudiante est une injustice que nous ne pouvons plus tolérer.
Sensibilisés et alertés par les associations, nous avons décidé de mettre à disposition des protections périodiques gratuites dans les CROUS dès les prochaines semaines. https://t.co/tC4KgKUtnh— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) February 23, 2021
