Jorge Rausch, reconocido chef y figura en la gastronomía colombiana, se sinceró en una entrevista en el programa “Lo que dura un tinto” sobre los desafíos de su exigente carrera culinaria, su vida personal y sus reflexiones sobre el equilibrio entre trabajo y familia. A lo largo de la conversación, Rausch compartió interesantes anécdotas y reveló sus pensamientos más profundos.
En la cocina, donde el caos y la exigencia son moneda corriente, Jorge Rausch ha dejado su marca como un destacado chef. Según él, este oficio requiere de liderazgo y el reto de encontrar el equilibrio entre la pasión y la vida personal.
La alta cocina, según Rausch, requiere un manejo impecable del tiempo y la coordinación entre distintas estaciones y manos para satisfacer a los comensales. Pero- ¿cómo se exige en un ambiente caótico sin traspasar los límites? Rausch reconoció que aprendió de manera dura, pero ha logrado encontrar una manera de entrenar y sacar lo mejor de su equipo sin cruzar esa línea delicada.
Jorge Rausch revela cómo su dedicación a la cocina afectó su vida familiar
El reconocido chef también compartió su papel en el impulso de la alta cocina en Colombia. Hace 25 años, los chefs no eran reconocidos y los restaurantes se elegían según la comida étnica que ofrecían.
Rausch, junto a su hermano, rompió barreras al presentar una propuesta culinaria propia, centrada en ellos mismos. Su pasión por la alta cocina y la dedicación que pusieron en cada plato llamaron la atención y marcaron un hito en la gastronomía colombiana.
Sin embargo, Rausch también compartió sus momentos de fracaso y los desafíos que ha enfrentado en su carrera. La pandemia les obligó a cerrar algunos restaurantes, y él reconoció que sostener un restaurante es un reto diario que requiere esfuerzo constante.
Aunque ha trabajado arduamente y ha obtenido éxito, el chef confesó que el sacrificio ha tenido un costo en su vida personal, afectando su matrimonio y tiempo con sus hijas.
A pesar de los arrepentimientos y desafíos, Jorge se considera feliz en la vida que ha construido. Ha aprendido a disfrutar del presente, a dedicarse tiempo a sí mismo y a sus seres queridos.
Reconoce que encontrar el equilibrio perfecto es difícil, pero valora los logros alcanzados y la oportunidad de seguir creciendo tanto personal como profesionalmente.
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