Singapur es uno de los pocos países del mundo que todavía aplica la pena de muerte por delitos de drogas. La próxima semana, un hombre de 46 años será ahorcado por intentar introducir un kilogramo de cannabis en el país, según informaron grupos de derechos humanos.
El caso de Tangaraju Suppiah ha provocado la indignación de organizaciones como Amnistía Internacional, que ha calificado la sentencia de “extremadamente cruel” y contraria al derecho internacional.
Según Amnistía, Singapur llevó a cabo 11 ejecuciones por delitos de drogas el año pasado, lo que supone el 80% del total de las ejecuciones en el país.
La polémica pena de muerte en Singapur: un hombre será ahorcado por intentar ingresar un kilo de cannabis
El cannabis es una sustancia ilegal en Singapur, que tiene una política de tolerancia cero con el consumo y el tráfico de drogas en cualquier modalidad.
La posesión o el consumo de más de 500 gramos de cannabis puede acarrear la pena capital, mientras que cantidades menores pueden conllevar largas penas de prisión y azotes.
Sin embargo, en otras partes del mundo, el cannabis se ha legalizado o despenalizado, reconociendo sus beneficios terapéuticos y reduciendo los riesgos asociados a su uso.
Los defensores de los derechos humanos han instado a Singapur a abolir la pena de muerte y a adoptar un enfoque más humano y basado en la evidencia para abordar el problema de las drogas.
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