El reciente caso de asesinato en Tailandia, que involucra al ciudadano español Daniel Sancho y la víctima Edwin Arrieta, ha desencadenado un debate legal en torno a una estrategia defensiva polémica conocida como “gay panic” o “pánico gay”.
Esta controvertida táctica legal plantea una defensa en la cual un individuo heterosexual acusado de cometer un acto violento contra una persona gay o bisexual alega haber perdido el control y reaccionado violentamente debido a un supuesto avance sexual no deseado por parte de la víctima.
Bajo esta argumentación, el “pánico gay” busca justificar la violencia ejercida y, en algunos casos, exonerar parcial o completamente al acusado.
Caso Daniel Sancho: ‘Pánico Gay’ como Defensa Enciende la Polémica en Asesinato de Edwin Arrieta en Tailandia
La discusión en torno a esta estrategia legal se ha vuelto más prominente en el caso de Daniel Sancho, ya que se insinúa su posible uso como defensa y ha generado controversia y cuestionamientos sobre su validez en un sistema de justicia moderno y progresista.
Los defensores de los derechos LGBTQ+ argumentan que el “pánico gay” perpetúa estereotipos y prejuicios, además de normalizar la violencia contra personas de la comunidad LGBTQ+.
A medida que el caso se desarrolla, se han revelado detalles intrigantes que arrojan luz sobre los acontecimientos previos al trágico incidente en el que fue descuartizado el médico Edwin Arrieta.
De hecho, un amigo cercano de Daniel Sancho ha insinuado que podría haber motivos financieros detrás del crimen, mencionando la posibilidad de grandes sumas de dinero en juego. Sin embargo, el alcance exacto de estos motivos financieros aún está por determinarse.
Por otro lado, las investigaciones han revelado detalles perturbadores sobre la escena del crimen. En un intento aparentemente meticuloso por borrar cualquier rastro del acto violento, el principal sospechoso, Sancho, había llevado a cabo una minuciosa limpieza en las paredes y el suelo de la villa donde ocurrió el crimen.
Aunque a simple vista el lugar parecía impecable, una pista insólita e inesperada captó la atención de los investigadores: un fuerte y desagradable olor.
El sistema de cañerías del lugar donde se ejecutó el crimen de Edwin Arrieta comenzó a liberar un olor penetrante que no pudo ser pasado por alto. Este mal olor intrigó a los agentes encargados de la investigación y los llevó a indagar en la causa detrás de esta inusual emanación.
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