El conflicto armado en Colombia ha dejado nuevamente un trágico saldo. El pasado 21 de diciembre, un soldado del Ejército Nacional perdió la vida y otro resultó gravemente herido tras caer en un campo minado en la vereda El Tapón, municipio de Tadó, en el departamento de Chocó. Según las autoridades, el Frente de Guerra Occidental del Ejército de Liberación Nacional (ELN) sería responsable de este ataque.
Un ataque devastador en Chocó
El incidente ocurrió cuando dos soldados activaron un campo minado instalado por el ELN en una zona rural del Chocó. Ambos resultaron heridos inicialmente, pero recibieron primeros auxilios del enfermero de combate de la brigada. A pesar de los esfuerzos médicos realizados en el Hospital San Francisco de Quibdó, uno de los soldados, identificado como José Fernando Bueno Bueno, falleció debido a la gravedad de sus lesiones.
El otro militar permanece en estado reservado, mientras recibe atención médica especializada. La situación ha generado consternación entre las Fuerzas Armadas y la comunidad en general, quienes lamentan profundamente la pérdida de vidas en el marco del conflicto armado.
El impacto en las familias y la respuesta del Ejército
Tras la tragedia, el Ejército Nacional informó que la familia del soldado fallecido ha recibido acompañamiento constante, incluyendo apoyo psicológico y espiritual. En un comunicado oficial, la institución expresó sus condolencias a los familiares y amigos de José Fernando Bueno Bueno, destacando su sacrificio en defensa de la seguridad y la paz en la región.
“Rechazamos y denunciamos enérgicamente estos actos que violan los derechos humanos e infringen el derecho internacional humanitario, atentando contra la vida, la integridad y el bienestar de la población civil y de nuestros soldados”, puntualizó el Ejército.
La amenaza persistente del ELN
El Frente de Guerra Occidental del ELN, señalado como responsable de este ataque, opera principalmente en Chocó, pero también extiende sus actividades ilícitas a Antioquia, Valle del Cauca y el Eje Cafetero. Este grupo armado continúa realizando ataques que afectan tanto a las Fuerzas Militares como a las comunidades en las zonas más vulnerables del país.
El uso de minas antipersonal y campos minados es una de las estrategias más devastadoras de este grupo insurgente, que no solo cobra la vida de militares, sino que también pone en riesgo a la población civil. Estos actos representan una grave violación al derecho internacional humanitario y siguen siendo un desafío para el Estado colombiano en su búsqueda de la paz y la seguridad.
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