El fallecimiento de Rubén Darío Fernández Monroy, un joven delegado de juventudes, tras una intoxicación masiva en la Asamblea Nacional de Juventudes, ha encendido alarmas sobre la seguridad alimentaria y la organización de eventos oficiales en Colombia. Este caso, ocurrido durante un evento del Ministerio de Igualdad y Equidad, no solo generó indignación, sino que también puso en evidencia problemas estructurales en la logística gubernamental.
Un evento marcado por la tragedia
La Asamblea Nacional de Juventudes, celebrada entre el 22 y el 24 de noviembre en el Coliseo Mayor de Ibagué, tenía como objetivo fomentar la participación juvenil y discutir proyectos de emprendimiento. Sin embargo, más de 300 asistentes resultaron afectados por una intoxicación masiva, vinculada a alimentos en mal estado proporcionados durante el evento.
Rubén Darío Fernández, uno de los asistentes afectados, falleció el 2 de enero tras complicaciones derivadas de esta intoxicación. Según su madre, Elvia Monroy, la causa fue el consumo de pollo en mal estado servido en el coliseo. Otros jóvenes afectados también enfrentan secuelas graves, especialmente aquellos de zonas rurales con acceso limitado a atención médica adecuada.
Declaraciones y reacciones
El Ministerio de Igualdad lamentó el fallecimiento de Rubén Darío en un comunicado oficial, pero no ha ofrecido declaraciones públicas sobre la intoxicación masiva. Además, la madre del joven denunció que su hijo no recibió atención médica adecuada tras ser trasladado a clínicas en Bogotá.
El evento también fue criticado por la división entre asistentes, donde algunos se hospedaron en hoteles con comida preparada en esos establecimientos, mientras que otros permanecieron en el coliseo y consumieron alimentos presuntamente contaminados.
Un testigo denunció a través de redes sociales que esta no fue la primera vez que eventos organizados por el gobierno enfrentaron problemas con la calidad de los alimentos. Según el testimonio, en años anteriores también se habrían servido comidas en condiciones inadecuadas.
La Asamblea Nacional de Juventudes, que contó con la presencia de la vicepresidenta Francia Márquez, estuvo marcada no solo por los problemas de intoxicación, sino también por riñas y una evidente falta de logística. La ausencia del presidente Gustavo Petro, quien no asistió al evento, fue otro punto de controversia.
La logística deficiente y las diferencias en el trato entre los asistentes plantean preguntas sobre cómo se organizan eventos de esta magnitud y qué medidas se toman para garantizar la seguridad y el bienestar de los participantes.
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